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Escribir un diccionario es un trabajo apasionante: Luis Fernando Lara Ramos

Escribir un diccionario es un trabajo apasionante: Luis Fernando Lara Ramos

marzo 6, 2017
Boletines Institución

 

Conacyt Prensa | 25 enero 2017

 

Guadalajara, Jalisco. 25 de enero de 2017 (Agencia Informativa Conacyt).- La lingüística es la ciencia que estudia la estructura de las lenguas y la manera en la que se hablan, así como su historia, origen y los fenómenos humanos que se manifiestan en ellas.

En entrevista para la Agencia Informativa Conacyt, el doctor Luis Fernando Lara Ramos, profesor emérito del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), platicó respecto a su ciencia y el proyecto al que ha dedicado gran parte de su vida profesional: el Diccionario del español de México (DEM).

Oriundo de la Ciudad de México, el también catedrático creció en una familia que le inculcó un amor por la ciencia, la historia y la música. Además se hizo un asiduo lector, hábito que continúa cultivando hasta el día de hoy.

Además de la lectura que corresponde a su trabajo como parte de la creación del DEM, el doctor gusta de leer novelas, cuentos y textos de ciencia. La literatura española, francesa, alemana e italiana son de sus favoritas.

Esposo, padre de cuatro hijos y abuelo de otros cuatro, el doctor es también un aficionado del cine. En cuanto a la música, desde la juventud adoptó la flauta dulce como su instrumento. Durante un tiempo, se desempeñó como cronista musical del periódico El Día.

 

El salto mortal

El mundo de la lingüística permaneció oculto para el joven Lara Ramos hasta 1964, cuando decidió cambiar su educación en ingeniería civil en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) para iniciar la licenciatura en lengua y literatura española en la Universidad Iberoamericana.

Este “salto mortal”, como lo calificó ahora el doctor, sorprendió e incluso disgustó a su familia, que veía en la ingeniería civil una oportunidad para llevar una vida estable. Sin embargo, poco a poco su familia aceptó este cambio, que llevaría a Lara Ramos a ser uno de los más reconocidos lingüistas del país.

“Cuando uno encuentra su vocación y además tiene cierta aptitud, como que las cosas se van encadenando solas, sin que uno las fuerce. Una cosa lleva a uno a la otra y luego a la otra… yo fui afortunado porque eso me pasó”, declaró el investigador.

Al terminar sus estudios de licenciatura, cursó un doctorado en lingüística y literatura hispánicas en El Colegio de México. Una beca lo llevaría a expandir sus conocimientos en semántica formal con el profesor Klaus Heger, en la Universidad de Heidelberg, Alemania. “Ahí me repartía entre el seminario de lingüística general que dirigía Heger y el seminario de lingüística románica que dirigía Kurt Baldinger. En el seminario de lingüística románica encontré otro de mis gustos, que era la historia de las lenguas romances. Pude juntar mi interés teórico por la lingüística general y mi interés histórico por la lingüística de lenguas romances y en particular el español”.

Mientras estaba en Alemania, el maestro Antonio Alatorre Chávez, en aquel entonces director del Centro de Estudios Lingüísticos y Literarios (CELL) de El Colegio de México, le ofreció al doctor un puesto en esta institución. A pesar de tener oportunidades laborales en Alemania junto a Baldinger, Lara Ramos decidió volver a su patria.

Poco tiempo después, en 1973, encomendaron al joven doctor hacer un proyecto que resultaba único y ambicioso: crear un diccionario mexicano. Poco sabedor del tamaño de la empresa que se avecinaba, el lingüista vio con gran entusiasmo el proyecto, mismo que fue apoyado por el Fondo de Cultura Económica (FCE) y por la presidencia de la República, en aquel entonces ocupada por Luis Echeverría Álvarez.

“Para mí era un reto interesantísimo. Ahora ya con la edad digo que qué bárbaro, cómo me atreví. Pero en ese momento no pensé en el atrevimiento, simplemente era un proyecto que me gustaba muchísimo”, acotó.

En aquel entonces no existía ningún país de lengua española —a excepción de España— que contara con un diccionario propio. “Todo dependía del diccionario de la Academia, pero como lo hemos comprobado muchísimos mexicanos a lo largo de los siglos, el diccionario de la Academia muchas veces nos niega o nos traiciona”, dijo.

 

Construyendo el DEM

El primer paso para constituir el DEM fue crear un Corpus del español mexicano contemporáneo (CEMC), el cual constó de más de 900 textos con más de dos millones de palabras. Este fue el primer compendio del tipo que se hizo en el mundo en lengua española.

A continuación, el doctor Lara Ramos y la matemática Isabel García Hidalgo se capacitaron en el Centro Nacional Universitario de Cálculo Electrónico de Italia (CNUCE) con un par de cursos de lingüística computacional para crear el analizador gramatical automático del DEM, sistema computacional que se encargaría de leer los textos incluidos en el CEMC, identificar y contar las palabras, además de dar los contextos en los que aparecían cada una de estas.

“Corrimos nuestro corpus y funcionó bien. Eso nos llevó a poder asegurar que lo que encontramos fue el núcleo del español mexicano. A partir de ahí, empezamos a trabajar en el diccionario”, comentó el entrevistado, que añadió que estos pasos fueron necesarios ya que se determinó hacer un diccionario original y no uno basado en obras ya publicadas.

A esto se sumaron los trabajos de análisis semántico, es decir, del significado de las palabras. Derivado de estos procesos, el investigador publicó varios libros, el primero de ellos titulado Teoría del diccionario monolingüe.

“Se trataba de hacer un diccionario que fuera válido para los mexicanos, que respondiera a las preguntas que siempre se tienen a propósito del significado, del uso de la palabra, etcétera”, comentó el doctor.

La primera edición del DEM salió en 2010. Previo a ello, se publicó el Diccionario fundamental del español de México en 1982, Diccionario básico del español de México en 1986 y dos ediciones del Diccionario del español usual en México en 1996 y 2009.   

Lara Ramos confía en que el DEM pueda llegar a ser “el gran diccionario que nos merecemos”. Al momento, el equipo trabaja en la segunda edición, cuyos materiales se espera estén listos a finales de este año. “Escribir un diccionario es un trabajo apasionante. Todo el mundo piensa que qué aburrido pero es todo lo contrario, porque cada palabra que uno tiene que analizar lo lleva a otro mundo, ya sea biología, cocina o astronomía”.

El DEM es comercializado por El Colegio de México y también está disponible en línea, en la página dem.colmex.mx

 

Dar clases

El propio Lara Ramos reconoce que en su formación académica influyeron distintos profesores, siendo algunos de los más relevantes Paciencia Ontañón de Lope Blanch, Arturo Souto, Klaus Heger y Kurt Baldinger.

Sabedor del impacto que tiene el catedrático en el alumno, el investigador se esmera en su faceta como profesor para dotar de nuevos conocimientos a sus estudiantes. “Siempre me ha gustado enseñar y he tratado siempre de explicar las cosas con la mayor claridad y honradez posible. Me gusta mucho dar clases porque a la hora de dar un curso uno ventila lo que está pensando. Es algo que yo aprendí de los alemanes: el profesor alemán enseña aquello que está investigando y eso me parece central”.

Quien actualmente es profesor investigador emérito del Centro de Estudios Lingüísticos y Literarios de El Colegio de México, se ha desempeñado como catedrático en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), en la Universidad Iberoamericana, en el Centro de Investigación y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS) y en la UNAM. Además ha sido investigador visitante en la Universidad de California en Santa Bárbara, Estados Unidos; en la Universidad Pompeu Fabra en Barcelona, España, y en la Universidad de Heidelberg y la Universidad de Humboldt, ambas en Alemania.

“Hoy día he llegado a una posición realmente envidiable en la que no solamente puedo hacer el trabajo que me gusta, sino además puedo difundir mucho conocimiento y tratar de que la gente lo comprenda orientado a que pueda vivir mejor. Yo creo que si uno enseña bien las cosas, hay una mejoría en la vida aunque yo no pueda resolver el problema de la pobreza, la vivienda o el trabajo”, dijo.

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