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Francis H. Crick: A cien años de su nacimiento

Francis H. Crick: A cien años de su nacimiento

noviembre 30, 2016
Boletines Institución

ECN | 29 noviembre 2016

  • Francisco Bolívar Zapata, Antonio Lazcano Araujo, Ranulfo Romo y Michel Morange recordaron al descubridor de la estructura molecular del ADN, a cien años de su nacimiento.

En 1953, Francis H. Crick y James Watson publicaron un artículo en la revista Nature, describiendo la estructura química de la macromolécula del ácido desoxirribonucleico, presente en todos los seres vivos. Considerado como uno de los hallazgos más importantes del siglo XX, este descubrimiento marcaría un parteaguas en la historia de la biología molecular, sentando las bases para la genética.

Francisco G. Bolívar Zapata, Antonio Lazcano Araujo, Ranulfo Romo y Michel Morange recordaron en El Colegio Nacional a Francis H. Crick, a cien años de su nacimiento. Los investigadores comentaron algunos aspectos de la vida y obra del bioquímico inglés, galardonado con el premio Nobel de fisiología y medicina, junto a Watson y a Maurice Wilkins, en 1962. 

“Crick introdujo las relaciones precisas entre las diferentes macromoléculas y distinguió las relación metabólicas de las relaciones de información”, señaló Michel Morange, “sus esfuerzos no fueron en vano: preparó las mentes para la existencia del código genético”. 

El destacado historiador de la biología molecular explicó que Francis H. Crick fue el más hábil para interpretar la información arrojada por difracción de rayos x, así como para deducir la presencia y las características de la doble hélice; especialista en cristalografía de proteínas, se dio cuenta de la importancia del ADN y construyó el modelo correcto.

“La pregunta en 1950 era proteína o ácido desoxirribonucleico y en 1953 la respuesta fue el ADN”, añadió posteriormente Francisco G. Bolívar Zapata, quien desarrolló el funcionamiento, la transcripción y replicación de dicha macromolécula, procesos determinantes para la evolución de las especies.

Puntualizó que el ADN es fundamental para la transferencia horizontal de genes, fenómeno vital que hace “inmortales” a los seres vivos: “yo sí creo que somos inmortales a través del ADN: el hecho de que se transmita a nuestros hijos y a los hijos de nuestros hijos hace que no se pierda”, afirmó Bolívar Zapata, “ahí somos inmortales: el ADN seguirá siendo permanente y ayudará a conservar la biodiversidad, en la medida que seamos inteligentes y cuidadosos con ella”. 

Antonio Lazcano Araujo compartió algunas anécdotas y rasgos del trabajo académico de Francis H. Crick, que tuvo al método dialéctico como forma de conocimiento principal y fue un crítico feroz de hipótesis; destacó El origen del código genético, artículo publicado en 1968, y La vida misma, libro publicado en 1981.

“Es sorprendente la figura de Crick por la capacidad intelectual tan notable que tuvo para diseñar experimentos, generar teorías y producir explicaciones, para canibalizar -en el mejor sentido del término- esquemas de otros para generar esquemas completos, que siguen siendo absolutamente esenciales”, comentó Lazcano Araujo, “era una generación absolutamente extraordinaria, en donde se veían como colegas y no como competidores, rasgo que no debemos olvidar de Crick ni de todos los demás”.

Por su parte, Ranulfo Romo habló sobre la relación que tuvo Francis H. Crick con las neurociencias, área por la que también se interesó. El investigador refirió que para Crick, el problema de la conciencia no era un problema filosófico sino biológico y fisiológico; la interpretación consciente de los eventos del mundo externo dependen de nuestra experiencia y de la información de la forma de cómo interpretamos las cosas.

Evocó las veces donde coincidió con Crick, a partir de los años 80: en la Universidad de Hopkins, junto a Gerald Ederman, en la Universidad de San Diego y en La Jolla, California, lugar donde residió el bioquímico inglés hasta su muerte, en 2004. “Fue un gran pensador”, recordó Ranulfo Romo.

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