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México, ciudad que es un país

México, ciudad que es un país

abril 3, 2017
Boletines Institución

ECN | 01 abril 2017

  • Vicente Quirarte propuso un espacio en El Colegio Nacional para reflexionar sobre la relación entre la Ciudad de México y sus habitantes.
  • “La ciudad es un texto y todos contribuimos a escribirlo”, aseguró el miembro de El Colegio Nacional.

 Leer la ciudad es un acto de amor y conocimiento; caminarla, una forma de leerla. El amor es la emoción más alta y precisa de educación y reinvención continuas: tocar la ciudad, como si por primera vez fuera nuestra, es emoción.

Así lo aseguró el poeta, escritor y ensayista Vicente Quirarte, quien el pasado sábado 1º de abril ofreció la conferencia México, ciudad que es un país en El Colegio Nacional, como parte de las actividades del Festival del Centro Histórico 2017. A partir de una serie de hechos personales, Quirarte reflexionó sobre la relación y construcción de identidad entre la Ciudad de México y sus habitantes. 

“Nacer en el Centro es estar en el centro de todas las cosas, sentir con mayor intensidad el transcurso del tiempo”, afirmó el miembro de El Colegio Nacional, definiéndose a sí mismo como “centrícola”, gentilicio propuesto por José Joaquín Blanco para nombrar toda aquella persona originaria del Centro Histórico de la ciudad. 

Quirarte refirió que la Ciudad de México significa ciudad que pertenece a la nación de México o ciudad que exige el nombre del país entero; profundizó en esta idea y repasó algunas reflexiones o trabajos literarios de Eduardo Lizalde, Agustín Yañez, Octavio Paz, Guillermo Prieto, Efraín Huerta, Sor Juana Inés de la Cruz, Rubén Bonifaz Nuño, José Emilio Pacheco, entre otros, sobre la ciudad y sus habitantes.

“La ciudad es un texto y todos contribuimos a escribirlo: la pequeña odisea de recorrerla diariamente es tan importante como las heroicas epifanías que coronan nuestra aventura”, apuntó, “el poeta como urbanista, es un lector profesional de su entorno, un iniciado capaz de traducir sus cambios y sus emociones: el poeta es el biógrafo emotivo de la urbe”.

“Leer una ciudad, particularmente aquella en que nacimos, es acto de amor y conocimiento; creatura cambiante, imprevista, letal y dadivosa, al descifrar sus signos no sabemos si luego de semejante atrevimiento, algún día llegaremos a saberla, cuestionarla, rechazarla o amarla contra todo”, agregó, “leemos la ciudad al caminarla, al descubrir su rostro inédito, al trazar el mapa de nuestro tránsito por ello, una vez que nos concede volver a casa para soñar con reincidir en el diario combate: ganar y defender nuestro sitio en su incesante representación”.

Para Vicente Quirarte, amar a la ciudad parece una tarea cada vez más ardua, fácil es caer en la inmediata tentación de repudiarla; aceptar el hechizo de condiciones y medios que facilitan el fugaz abandono del desastre. Sin embargo, tarde o temprano, humillados y ofendidos, convencidos y escépticos, por misteriosas razones, regresamos a la imposible, infiel, insoportable, la inevitable Ciudad de México, noble y leal a pesar de nosotros.

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