Crónica | 06 octubre 2016 | http://www.cronica.com.mx/notas/2016/988112.html

‘Deseo compartir con ustedes mi preocupación acerca de las repercusiones negativas que surgirán de instrumentarse los recortes propuestos por el Gobierno al presupuesto destinado a la investigación científica y a la educación superior. No es aventurado suponer que afectarán sobre todo las actividades de los investigadores jóvenes que hemos preparado con tano esfuerzo y dedicación y que desanimarán a aquellos que están considerando la ciencia y la cultura como opciones importantes para su futuro.

A mi manera de ver, el problema no es únicamente la reducción de los recursos financieros asignados a estas actividades. Es una cuestión de actitudes. Es cuestión de liderazgo y de convencer a la sociedad lo que significa dar prioridad a la educación y  a la investigación científica. De resultar estos recortes inevitables, lo mínimo que deberíamos esperar es que al mismo tiempo se generasen mecanismos que permitiesen una accesibilidad más oportuna y eficiente de los recursos  disponibles, empezando por simplificar los numerosos requerimientos burocráticos que complican y limitan su utilización.

A veces pienso que esos obstáculos burocráticos han sido diseñados conscientemente por quienes consideran que apoyar a la investigación científica y a la cultura es un gasto que se puede posponer y no una inversión para el futuro. No a un futuro remoto, sino al futuro que ya estamos viviendo”.