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Profesionalidad, necesaria para divulgar la ciencia: entrevista a Ruy Pérez Tamayo

Profesionalidad, necesaria para divulgar la ciencia: entrevista a Ruy Pérez Tamayo

julio 26, 2017
Noticias Prensa

 

Cronopios y Divergencias | 30 junio 2017 | http://www.cronopiosydivergencias.com/index.php/2017/06/30/

La divulgación de la ciencia es una práctica que debe ser realizada única y exclusivamente por científicos con experiencia en el campo y avalados por una institución, el modelo más apto para trabajar en ciencia es el deductivo y no los recursos contemporáneos de lógicas no clásicas, ademásla ciencia en México ha logrado una evolución sensacional a partir de la segunda mistad del siglo XX. Éstas fueron algunas de las afirmaciones que Ruy Pérez Tamayo nos ofreció en una conversación para Revista Cronopios y Divergencias durante su visita a la ciudad de Xalapa, en el marco del ciclo de conferencias que lleva su nombre, mismo que se llevó a cabo en el Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales de la Universidad Veracruzana.

Pérez Tamayo ha sido uno de los pioneros de la investigación científica y su divulgación en nuestro país. Su campo de estudio es la patología, lo cual le permitió realizar por mucho tiempo actividades relacionadas con la difusión de ideas en esta área. Pero no sólo eso. También ha trabajado filosofía de la ciencia y ha estado comprometido con la gestión para la innovación científica y tecnológica. Tales fueron los temas que abordamos en la entrevista realizada con el investigador tamaulipeco. A continuación trascribimos la charla.

E.V.R. Quisiera iniciar esta charla con una pregunta obligada y elemental. Ante el panorama actual de pluralidad científica en el que evidentemente nos encontramos, donde tenemos ciencias formales, empíricas, sociales y humanísticas, ¿cuál sería la definición actual y contemporánea que de ciencia usted ofrecería?

R.P.T. Hay muchas definiciones de los que se entiende por ciencia. Yo he adoptado hace años la siguiente. La ciencia es una actividad humana, creativa, cuyo objetivo es el conocimiento propio, es la comprehensión de la Naturaleza, cuyo resultado es el conocimiento generado por un método científico organizado de forma deductiva y que aspira a alcanzar el mayor consenso del personal calificado. Tiene varios puntos esta definición. El primero que me interesa subrayar es que es una actividad humana, no hay ningún animal científico, ésta es una actividad exclusiva del ser humano. Y el segundo punto que me interesa subrayar es creatividad. Requiere de independencia intelectual y de una postura, que yo diría, de aventura, de imaginación. Se necesita no sólo imaginación, sino también inspiración. Porque lo que hay que hacer es plantear preguntas y buscar repuestas a estas preguntas.

La actividad científica se puede resumir así: plantear preguntas y buscar respuestas a estas preguntas. Las preguntas deben ser relacionadas con la realidad y las respuestas deben tener el mismo carácter. Una respuesta debe tener una propiedad indispensable para el científico: su reproducibilidad. Mientras esto no exista, no pasa de ser una mera hipótesis, respuesta inventada, creada por la imaginación del científico, mientras esto no ocurra sigue siendo simplemente una posibilidad hasta que no existan pruebas objetivas de su realidad. Mientras no existan estas pruebas la actitud científica es la de escepticismo. Se acepta lo que se dice, pero si no hay pruebas se acepta de manera preliminar. Para aceptar las cosas de manera efectiva se necesita de su reproducibilidad, clara, objetiva, convincente.

E.V.R. A propósito de esta respuesta, usted mencionó el concepto de deducción como fundamental para hacer ciencia. Actualmente, y esto es muy claro, podemos hablar de otros métodos o tipos de inferencia dentro de la ciencia: inducción, abducción, analogía, entre otros tantos. ¿Qué ocurre, entonces, con estas otras alternativas? Porque en la definición que usted proporciona pareciera que están excluidas.

R.P.T. No están excluidas, pero no se prefieren. Durante mucho tiempo se pensó que el método científico se basaba en la operación lógica llamada inducción, es decir, a partir de instancias particulares se hacen generalizaciones: el cuervo número uno es negro, el cuervo número dos es negro, el cuervo número tres es negro, por lo tanto todos los cuervos son negros. Ésta es una forma de pensamiento inductivo. Sabemos que ésta no es una operación lógicamente adecuada. No es lógico generalizar a partir de instancias particulares. Lo hacemos todos los días de forma continua y casi sin pensar, pero no tiene el mismo valor lógico que la operación opuesta, que es la deducción. La deducción es inferir propiedades particulares a partir de conceptos generales. Entonces, a partir de una aseveración, ésta se acepta si proviene de un concepto general que la incluya. Es la operación lógica opuesta a la inducción.

La analogía puede ser una forma de inducción o puede ser una forma de deducción. Siempre debemos de tener presente que desde un punto de vista lógico es mucho más racional la deducción que la inducción.

E.V.R. Esta respuesta en realidad me llama mucho la atención, porque tenemos ahora diferentes investigaciones en el terreno de la lógica misma, donde se acepta que hay otras lógicas que no pertenecen al panorama clásico: la contraposición entre lógicas clásicas y no clásicas. También podemos añadir a esto las lógicas no monótonas, aquéllas que trabajan con el contexto, cuyos razonamientos tienen conclusiones que pueden variar si la evidencia cambia o se amplía. Sabemos de antemano que se aplican al campo abierto de la inteligencia artificial. ¿Qué opinión le haría saber a los que afirman que sí se puede trabajar con estos sistemas lógicos en la ciencia, que no son necesariamente de corte deductivo?

R.P.T. Les digo lo mismo que dije hace un momento: desde un punto de vista lógico no es racional generalizar a partir de instancias especiales. Durante siglos con Francis Bacon se aceptó que la ciencia consistía en acumular información de forma progresiva respecto a un tema particular y que conforme se encontraban más ejemplos positivos se estaba llegando más cerca a la verdad. Ya no aceptamos esta definición desde un punto de vista lógico. Se puede decir que hay otras formas de lógica, pero sólo se dice, no se demuestra.

La demostración proviene de generalizaciones que es el tipo de lógica que yo entiendo descansa la naturaleza de la realidad. Lo demás puede ser muy aceptable, muy aventurado, muy hipotético, pero de ahí a que se tome como una demostración de la forma como es la realidad parece que es motivo de broma.

E.V.R. Ligado a este punto, quisiera abordar la idea de metodología en la medicina, especialmente el diagnóstico médico, campo en el cual se han elaborado diferentes herramientas para la práctica clínica. Atocha Aliseda Llera, filósofa de la ciencia de la UNAM, ha trabajado ampliamente la inferencia abductiva en Peirce y la ha puesto en marcha en este rubro. Estoy hablando del razonamiento que a partir de una teoría o conocimiento previo, un conjunto de observaciones podemos tener como resultado una hipótesis explicativa que dé cuenta de un hecho problemático. En este caso sería dar cuenta de x enfermedad. ¿Qué opinión le merece esta propuesta?

R.P.T. Es una forma de expresar el pensamiento tradicional de un médico. Un médico siempre se ha caracterizado por trabajar con información incompleta. No tenemos acceso a todo lo que quisiéramos saber de un paciente en particular. Se trata de establecer la naturaleza del proceso patológico. Lo que utilizamos es toda la información que es accesible, desafortunadamente ésta no es toda la que se necesita para adquirir un diagnóstico, pero sirve para plantear una hipótesis para seguir explorando la situación hasta alcanzar suficientes pruebas para estar convencidos de que es la naturaleza del proceso.

Creo que esa es la forma más común de explicar y de describir el pensamiento del problema del diagnóstico médico y del análisis y de los datos objetivos que se tienen de los pacientes. A veces la información es muy escasa, por lo tanto se van planteando hipótesis que se van modificando de acuerdo con la información objetiva; otras veces la información es suficiente para estar convencidos que, de entrada, uno tiene el diagnóstico correcto. Ahora, lo único que lo demuestra es la experiencia. Si la experiencia no confirma nuestras hipótesis, entonces están equivocadas. Eso lo debemos tener siempre muy claro. Claro que podemos estar trabajando con información sobre la base de una hipótesis sin tener un diagnóstico definitivo, esperando ver qué nuevas observaciones podemos hacer para cambiar de hipótesis o afirmar y negar.

La práctica es que vamos a basar nuestra conclusión en la naturaleza de la realidad, observaciones objetivas. Tenemos que aprender a distinguir, y esto es parte de la educación de médicos en general, qué es lo que nos imaginamos y qué es la realidad. Mientras no podamos distinguir entre estas dos cosas vamos a seguir hablando en la oscuridad.

E.V.R. Ahora bien, en el campo de la filosofía de la ciencia se habla que ya contamos con ramas, como filosofía de la medicina, filosofía de la física, filosofía de la biología. Pero a pesar de tener un panorama muy amplio, en algunas comunidades investigativas en lugar de hacer filosofía de la ciencia se opta por hacer historia de la filosofía de la ciencia. ¿Cómo ve este panorama? Más específicamente: ¿cómo debería ser, para usted, un filósofo de la ciencia actual?

R.P.T. Bueno, esto es un término muy genérico. Habría que ver cuáles son sus intereses en general o si puede ser un filósofo de distintos tipos de ciencias. Todo conocimiento es sujeto de análisis filosófico. Y el nivel de este conocimiento va a depender del nivel de genialidad al que se quiere uno referir. Puedo hablar específicamente de la filosofía de la medicina experimental o de la filosofía de la ciencia en general. Son dos filosofías diferentes, tenemos que especificar a cuál área estamos refiriéndonos. Una vez que se especifica, hay que mantenerse neutro dentro de sus límites. Dicen, voy a hablar yo de la filosofía de la biología experimental y empiezan a hablar de cosas que son igualmente aplicables a otras áreas generales de la filosofía. Ésta es una forma de orientación relativamente común.

E.V.R. En el estado de Veracruz se ha realizado mucho trabajo de divulgación de la ciencia tanto en modalidad escrita como en su versión presencial. ¿Qué le parece este panorama de productividad en torno a la divulgación?

R.P.T. No conozco la divulgación de la ciencia en el estado de Veracruz. A nivel de país, en lo general creo yo que no se distingue las dos maneras de divulgación. Una es la divulgación del contenido de las ciencias. Hablar, por ejemplo, de astronomía y decir cuáles son las hipótesis contemporáneas sobre la estructura del mundo en general. Hay que hablar, pues, del contenido. Y la otra forma de divulgación es fomentar el espíritu de la ciencia, cómo se hace la ciencia, cuáles son las características del conocimiento que llamamos científico. Esto se aplica a todas las ciencias. Tenemos que distinguir, entonces, entre divulgación científica y la divulgación del espíritu de la ciencia, que es general para todas las disciplinas científicas.

A mí me parece que lo más importante es hablar de qué es la ciencia y cómo se hace, para qué sirve, para qué no sirve, cómo podemos mantener estos límites claros. Es decir, enseñarle a la gente la forma de enfrentarse a la realidad con el espíritu científico.

E.V.R. Hoy por hoy podemos ver que se hace divulgación de la ciencia o se hace periodismo de ciencia. Parece que para lograr lo primero es casi condición necesaria pertenecer a alguna institución educativa, sobre todo universitaria. Y por otra parte, para lograr efectuar lo segundo, se necesita estar dentro de un medio de comunicación con un capital suficiente que permita la correcta investigación periodística en materia de ciencia y tecnología y sus problemas. Pues bien, teniendo en cuenta lo anterior, yo le pregunto: ¿se puede hacer divulgación de la ciencia de manera independiente?

R.P.T. No. En mi opinión hay que ser científico y tener experiencia personal en el trabajo de la generación de conocimiento científico para poder calificar como autoridad y hablar de la naturaleza del proceso. Se puede ser periodista científico sin ser científico, pero entonces la calidad  de lo que se está haciendo va a ser menor. Es necesario que se tenga profesionalismo cuando se está hablando de la divulgación de la ciencia o del periodismo científico. Conozco divulgadores de la ciencia que no son profesionales, no trabajan en la ciencia, se han dedicado a divulgar la ciencia y el nivel en el cual lo hacen es lamentable. Yo escribí durante once años en La Jornada con profesionales de la ciencia que mantuvimos esa página y el nivel era totalmente diferente. No hay sustituto para la profesionalización de la divulgación de la ciencia ni para el periodista: se es buen periodista o se es mal periodista.

E.V.R. Buena respuesta, muy interesante, aunque habría que matizar si dentro de la institución hay gente (a pesar de sus grados académicos y supuesta profesionalización) que en efecto haga buen trabajo. Ya que desde un punto de vista lógico podríamos cometer una falacia si esto no lo tomamos en cuenta. Por último, me resta preguntarle cuál es el estado actual en la gestión y administración dentro de las universidades del país en materia de ciencia y tecnología.

R.P.T. Si nosotros revisamos el siglo XX (cómo ha evolucionado de 1900 al año 2000 la ciencia en nuestro país) la primera impresión nuestra es que durante la primera mitad del siglo XX la ciencia  estaba lamentablemente ausente. Prácticamente no había nada, no había institutos de investigación, no había presupuesto para la investigación, no había reconocimientos, no había nada. Entonces se fundó la Ciudad Universitaria y se comenzaron a construir dependencias donde se podía hacer investigación. Se reconoce que la ciencia era una forma de actividad productiva de mucha importancia para el país. De 1950 al año 2000 el desarrollo fue sensacional, extraordinario: se desarrollaron los nombramientos, se construyeron las instituciones, se crearon los grupos de investigación. Algunos investigadores mexicanos que trabajaban en el extranjero regresaron a México. Al final del siglo XX ya teníamos un corpus científico bien definido con el nivel de calidad de cualquier otro país del mundo. El problema es que somos calidad pero no cantidad, somos muy pocos los científicos que practicamos en comparación con otro país. Nosotros tenemos un científico por cada 2000 habitantes; Suecia tiene 61, ese es un país desarrollado. Para que nosotros podamos generar mejor calidad de vida para la población tendríamos que ser diez veces más de los que somos ahora.

Por Eduardo Vázquez Reyes

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