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Síntesis Informativa – ¡Frankenstein (y la biología)!

Síntesis Informativa – ¡Frankenstein (y la biología)!

agosto 7, 2018
Boletines Institución

 

ECN | 6 agosto 2018

¡Frankenstein (y la biología)! | Plural como el tiempo 

  • Frankenstein es un ejemplo paradigmático de lo que debe ser la responsabilidad del científico y la actitud con respecto a los descubrimientos de la ciencia: Antonio Lazcano
  • Somos los herederos de la visión secular de una generación excepcional de científicos que arranca de épocas anteriores al Renacimiento y se manifiesta claramente en una obra maestra de la literatura, escrita por Mary Wollstonecraft Shelley: Antonio Lazcano

Con motivo de las celebraciones por el 75 aniversario de El Colegio Nacional (ECN), este sábado se llevó a cabo en Antiguo Colegio de San Ildefonso (Justo Sierra 16, Centro Histórico) la conferencia ¡Frankenstein (y la biología)!, una exposición sobre el proceso de secularización de las ciencias de la vida que estuvo a cargo del colegiado Antonio Lazcano.

En el presente año se cumplen dos siglos de la publicación de la primera edición del clásico de la literatura fantástica Frankenstein o El moderno Prometeo (1818). Además de celebrar la efeméride, Lazcano confesó que la elección de la novela de Mary Wollstonecraft Shelley (1797-1851) para articular su charla se debe a la interesante historia científica que hay detrás de su argumento. “Frankenstein es un ejemplo paradigmático de lo que debe ser la responsabilidad del científico y la actitud con respecto a los descubrimientos de la ciencia”, describió el integrante de ECN.

Lazcano explicó que el movimiento de la Ilustración, que dio lugar a la creación de la Enciclopedia, tuvo dos importantes consecuencias científicas: el desarrollo de una perspectiva temporal e histórica de la biología y el afianzamiento de la visión secular de las ciencias de la vida. Estudios como los que llevó a cabo el fisiólogo y físico Giovanni Alfonso Borelli (1608-1679) con huesos de animales y humanos inspiraron una visión mecanicista de la biología que empezó a imperar en los círculos científicos de la Ilustración, provocando la necesidad de encontrar la fuente de energía que mueve a los seres vivos, que en Occidente se identificó como la electricidad. Debido a varios y arriesgados inventos y experimentos que Lazcano describió durante la plática, esta idea ganó el apoyo de la mayoría de los científicos del siglo XVIII y despertó el interés del público general.

Por ejemplo, los experimentos que los científicos Lucia Galeazzi (1743-1788) y su esposo Luigi Galvani (1737-1798) realizaron aplicando descargas eléctricas a las ancas seccionadas de ranas, dieron lugar a la teoría de la electricidad animal, una de las contribuciones mas importantes en la historia del entendimiento de las funciones del sistema nervioso.

Posteriormente, el naturalista Giovanni Aldini (1762-1834) siguió experimentando con las descargas pero a mayor escala: primero en bóvidos y finalmente en cadáveres humanos, con una intención científica aunque también con fines lucrativos, ya que la electricidad se convirtió en fuente de entretenimiento y en objeto de experimentación incluso en personas vivas, para curar enfermedades físicas y mentales. “Lo que probó Aldini fue que, tanto animales como personas, todos son sujetos de la acción de la electricidad”, explicó Lazcano, “borrando las diferencias entre los distintos organismos”.

Así mismo, “la electricidad y la posibilidad de revivir muertos empezó a convertirse en un punto muy crítico de cómo se debían evaluar los relatos sagrados y la concepción misma de la vida”, comentó el colegiado. Científicos como Sir William Lawrence y Erasmus Darwin se encargaron de desvincular la fuerza eléctrica del misticismo que algunos le querían imponer.

Fue este el contexto en que Mary Wollstonecraft Shelley, que contaba entonces solo 18 años de edad, escribió Frankenstein o El moderno Prometeo, novela que contó con un éxito inmediato e incluso se convirtió en obra de teatro.

Otro contemporáneo de Shelley, el químico Jöns Jacob Berzelius (1779-1848), estableció, mediante experimentos con la aplicación de electricidad en soluciones, la diferenciación entre substancias orgánicas e inorgánicas e impulsó los fundamentos del vitalismo. Poco después, el químico Friedrich Wöhler (1800-1882) logró sintetizar ácido oxálico y úrico en el laboratorio, “dando lugar a la química orgánica sintética y demostrando que no hay una barrera química que separe los elementos vivos de los no-vivos”, especificó Lazcano.

El integrante de ECN siguió comentando que a pesar de que los químicos del siglo XIX lograron sintetizar moléculas orgánicas y caracterizar compuestos en meteoritos, no pensaron en su transición a lo vivo. “La química ha sido, históricamente, la gran ausente en la visión evolutiva”, lamentó el colegiado.

Aleksandr Oparin (1894-1980) fue el primero que aplicó el concepto de la evolución a los sistemas químicos y logró explicar de forma razonable el fenómeno de la aparición de la vida. Según Lazcano, “Oparin ubicó la cuestión del origen de la vida en un marco darwinista y los fenómenos químicos en un contexto evolutivo, proponiendo un origen químico de la vida y proclamando que la naturaleza y los seres vivos solo se pueden comprender como producto de sistemas moleculares”.

A partir de las ideas de Oparin se ha llegado a formular la actual teoría de la sopa primitiva, según la cual la evolución de los compuestos orgánicos es la que llevó eventualmente a la aparición de los seres vivos. 

El colegiado concluyó la charla subrayando que es fundamental entender que la esencia molecular de los seres vivos se puede entender en términos totalmente laicos”, y remarcó que “somos los herederos de la visión secular de una generación excepcional de científicos que arranca de épocas anteriores al Renacimiento y se manifiesta claramente en una obra maestra de la literatura, escrita por Mary Wollstonecraft Shelley”.

 

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