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Un aventón llevó a Manuel Peimbert Sierra a las estrellas

Un aventón llevó a Manuel Peimbert Sierra a las estrellas

mayo 17, 2016
Noticias Prensa

Crónica | 16 Mayo 2016 | http://www.cronica.com.mx/notas/2016/961175.html

Las grandes historias de vida siempre tienen un hecho que en el momento en que se produce no tuviera gran significado, pero al recordarlo toma una gran relevancia. En Manuel Peimbert Sierra fue un aventón lo que lo llevó a las estrellas y ser el gran astrónomo que descubrió que la masa del Universo está compuesta en  23 por ciento por helio y en 77 por ciento por hidrógeno.

El anterior es uno de los muchos hallazgos del doctor en astronomía, investigador emérito de la UNAM y multipremiado científico en México y el mundo, quien en entrevista habla de cómo decidió ser científico, de la educación en el país, la alta deserción de alumnos y su trabajo actual sobre el helio en el Universo.

Heredero del espíritu de su bisabuelo, Justo Sierra, el gran maestro de América, Manuel Peimbert  también es formador de varias generaciones de astrónomos notables e integrante de las academias de ciencias más prestigiadas  del planeta y un autor que tiene más de 11 mil citas. Para iniciar la plática, cuenta cómo se hizo científico:

Desde niño leía mucho y de todo. Me interesaba la historia -por razones familiares-, las ciencias políticas, un poco las matemáticas y la ingeniería, pero al terminar la preparatoria  no tenía una vocación.

En ese tiempo me decían que en la Facultad de Ciencias se aprendía matemáticas e idiomas. Lo anterior marca mi decisión de ingresar  a ésta y luego sabría si iría a la historia, las ciencias políticas o ingeniería petrolera. Los cursos iniciaron en febrero de 1958 y los primeros meses eran flojos porque los maestros no aparecían ni los estudiantes. Entonces, junto con un amigo, Gerardo Bátiz, nos fuimos de aventón al Observatorio Astrofísico Nacional de Tonantzintla (OANTON). Partimos un sábado temprano y llegamos como a las 12:00 horas. Salió un jardinero y nos dijo: “Qué quieren”.

Le respondimos: “venimos a visitar al observatorio y hablar con los astrónomos”. Nos contestó: “Ellos trabajaron toda la noche y están dormidos. Así  que esperen”.

Como a las 15:00 horas se abre la puerta y aparece Guillermo Haro, quien era el director. Con su seño fruncido nos pregunta: “Y ustedes que hacen aquí”. Le contestamos que queríamos ayudarlos. Cuando dijimos eso, se río y dijo: “Pasen”. 

Guillermo Haro nos llevó al cuarto de placas del observatorio y nos mostró fotografías del cielo. De eso, Gerardo y yo no teníamos idea alguna y dijo: “Cada placa  tiene como 400 estrellas con pequeños espectritos de estrellas, pero hay otros espectros que son objetos distintos, que en lugar de tener líneas de absorción, tienen líneas de emisión y quiero que los busquen”.  

Bátiz y yo nos dedicamos a esto. Cada fin de semana pedíamos aventón para ir al observatorio y encontramos 10 objetos que no habían sido descritos  en la literatura astronómica. Se les bautizó “Objetos Peimbert-Bátiz”. Esto es lo mío, dije al terminar este trabajo. Fue como buscar tréboles de cuatro hojas sin necesitar saber física ni matemáticas ni inglés ni nada.

Así nació mi pasión por la astronomía, cuando encontré esos objetos llamados nebulosas planetarias. Aunque para hallar más se requiere estudiar física, matemáticas, química y otras disciplinas. ¡Pero la motivación ya la tenía! Entonces pasé de ser un estudiante de 6 y 7 de calificación, a uno de 8 y 9, además de algún 10.

Ese fue el primer año en la Facultad de Ciencias y siguieron los demás hasta obtener el título de físico con una tesis de astronomía.  Y como en esos días, sigo dedicado a las nebulosas del medio interestelar, de las cuales las planetarias es un grupo importante.

DANZÓN Y ROCK AND ROLL. Al mismo tiempo que Manuel Peimbert  se formaba intelectualmente para ser uno de los astrónomos más importantes del mundo, su vida cotidiana también estaba llena de gustos. Esos placeres de niño y juventud que se quedan para el futuro.

De esta etapa Manuel recuerda que un tiempo jugó beisbol, pero le gusta más el soccer. Es seguidor de los Pumas de la UNAM, pero en la niñez le iba al Atlante. También le gustaba bailar  el swing, el rock and roll y la música tropical. Cuenta que en ese periodo había un pique entre quienes les gustaba la música norteamericana, la caribeña y huapachosa. “A las fiestas que asistíamos, cuando éramos adolescentes, la mitad del tiempo se bailaba swing y rock and roll y la otra danzón, mambo, cha-cha-chá. Fue moverse en dos culturas del baile”.

Y este gusto por la música se tradujo en aprender a tocar guitarra: “Cuando ingresé a la Facultad de Ciencias aprendí a tocar el instrumento para cantar canciones folklóricas mexicanas y latinoamericanas. Una de éstas era `La bruja´ –un son jarocho-, `La llorona´…, entre otras muchas”.

Son aficiones, dice, que muestran que “mi vida es como la de muchos, pero con un poco más de suerte por haber caído en temas que me gustan. Por ejemplo, mucha gente tiene que trabajar en algo que no le interesa y luego tiene su esparcimiento. Para mí, como científico, el esparcimiento es la investigación, porque cuando la hago es como si estuviera jugando”.

—Para Manuel, ¿qué es la ciencia?

—Es encontrar algo nuevo que nadie lo haya hecho. Es el  placer de sentir que estás contribuyendo al desarrollo de la sociedad a la que perteneces. Cada vez que descubro algo, estoy muy contento, porque uno siempre está en competencia  con grupos de otros países. Si lo haces mejor que otros, lleva a aumentar el prestigio de México.

Pero también veo el aspecto social de la ciencia: tener un país bien informado, en el cual todos los sueños  se puedan realizar. Y algo importante: la ciencia es parte de la cultura. Muchas personas creen que la segunda sólo son las humanidades o las artes, pero ahí también están las ciencias.

La trayectoria de Manuel Peimbert  también cruza por la academia y la formación de nuevas generaciones de investigadores. Entonces, en la entrevista hace una digresión y habla sobre la educación en México y explica: “El problema central de este país es la desigualdad y creo que la enseñanza es una manera para buscar salir de ésta. Los países nórdicos de Europa nos han demostrado que todos los jóvenes tienen la capacidad para terminar una educación universitaria”.

En este punto, explica que cuando era estudiante de la UNAM, terminaba el 5 por ciento de los jóvenes su licenciatura. “Ahora, afortunadamente, es cercano al 30 por ciento. Pero en naciones europeas, en Corea del Sur y Canadá finalizan sus estudios casi el 90 por ciento. Esto quiere decir que todos los jóvenes tienen la capacidad para terminar una carrera. ¿Por qué en México terminan pocos?: por la alta deserción en el primer año debido a dos razones: una, por la falta de recursos económicos y, segundo, la mala calidad de la educación.

¿Qué se debe hacer?: lo fundamental es conseguir becas para los estudiantes y ofrecerles educación de calidad. Cualquier alumno que dedique 40 horas a la semana a estudiar, podrá terminar su carrera. Aunque también hay que estimularlos, decirles que ningún sueño es imposible si dedican tiempo y tienen apoyo. Esto es lo que me ha preocupado y busco soluciones”.

EL UNIVERSO. Manuel Peimbert cambia el tema a lo que es su pasión: la astronomía y dice que el Universo es todo lo que vemos, pero el observable  es una pequeña parte de un Universo mucho más grande.

“El Universo observable tiene tres componentes, la materia bariónica, que incluye todos los elementos de la tabla periódica, y que  contiene nada más el 5 por ciento de la masa del Universo, la materia obscura, que no es bariónica que incluye el 27 por ciento de la masa del Universo y que no sabemos qué es, probablemente sean partículas desconocidas, y la energía obscura que es equivalente al 68 por ciento de la masa del Universo, que no sabemos qué es y que es la responsable que a grandes distancias el Universo se esté acelerando.

Indica que estos dos temas, de la energía y materia oscura, son relativamente nuevos, de los últimos 20 años, y no hay respuestas, pero sí muchas preguntas de investigadores.

Y eso, añade, sólo si hablamos de la palabra Universo, porque ahora se nombra el Multiverso, que quiere decir que hay  familias de universos que tienen distintas constantes de la física y otros con otras leyes de la física. “Según los teóricos, esto existe y por ejemplo, el Multiverso más simple que se les ocurrió son dos universos metidos en cinco dimensiones”.

Esto quiere decir que nuestro Universo y otro se están acercando y esto hace que el primero se expanda -como ocurre ahora-. En cambio si se estuvieran alejando, nuestro Universo se contraería y, por tanto, estaría pulsando. ¡Claro!, la probabilidad de que esta teoría esté equivocada es grande, añade. 

LA NADA. Al hablar del Universo, la pregunta que se pone en la mesa es si la creación de éste, con el Big Bang, ¿antes pudo existir la nada? A esto Manuel Peimbert  explica: “El Universo se define de distintas maneras. Hay personas que hablan de Multiverso, porque la imaginación lleva al hombre a conjeturar muchas cosas. El problema de la ciencia es tener observables que permitan demostrar o contradecir cualquier teoría propuesta. Y aquí es donde está muy difícil para las personas que trabajan sobre el Multiverso o fuera del Universo observable.

“Tienen que mostrar observaciones que demuestren que una teoría es correcta o que no es viable. La correcta hace avanzar  a la ciencia, pero hablar de Universos, Multiverso o la nada es muy difícil porque hay que  establecer  experimentos que las  puedan comprobar”, agrega.

En este punto, recuerda que la última gran observación viene de 1998 y dio el Nobel de Física 2011para Saul Perlmutter, Brian Schmidt y Adam Riess. “Ellos establecieron que el Universo se está acelerando y que existe la energía oscura o que las leyes de la gravitación están mal a grandes distancias. Antes de esto, se creía que el Universo se estaba desacelerando”.

Un tema que Manuel Peimbert  cierra con una frase que denota la vastedad de su estudio: “El Universo es todo lo que hay, e incluye todo lo que imagina el hombre”.

Es el final de la plática y nos cuenta en lo que trabaja actualmente: “Buscamos determinar la abundancia del helio primordial. Durante los primeros cuatro minutos del Universo pasa de tener 15 mil millones de grados Kelvin a tener 800 millones de grados.

Durante este periodo el 25 por ciento de la materia bariónica se transforma en helio y el 75 por ciento en hidrógeno, y en lo que estoy trabajando con mis colaboradores es determinar con alta precisión la abundancia del helio primordial”.

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