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Vicente Quirarte, profesor que escribe y creador que investiga

Vicente Quirarte, profesor que escribe y creador que investiga

julio 26, 2016
Noticias Prensa

Agencia Informativa Conacyt | 13 julio 2016 | http://www.conacytprensa.mx/index.php/sociedad/personajes/8696-vicente-quirarte

Ciudad de México. 25 de julio de 2016 (Agencia Informativa Conacyt).- Investigador titular C del Instituto de Investigaciones Bibliográficas, en donde trabaja desde 1982, Vicente Quirarte se reconoce como un arquitecto frustrado, cuya vocación dio un cambio de rumbo para estudiar en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), a la que entró con la enorme convicción de convertirse en escritor. 

No obstante, descubrió que la literatura y la arquitectura cuentan con algunos puntos en común, “cuando uno escribe, hace arquitectura, es decir, está escogiendo los ladrillos, está puliéndolos”, una enseñanza que aprendió con el paso de los años, rememora el también académico.

Ya en la facultad aprendió que la función de esta no es crear escritores, sino especialistas en literatura del siglo XIX o lingüística, por ejemplo, sin que eso demerite la labor de nadie, recalca el también literato, quien se declara abierto fan de los cómics, la narrativa, aunque lo que más escribía en su época de estudiante era poesía.

Su maestro más importante fue su propio padre, el historiador Martín Quirarte, quien lo impulsó a que estudiara lo que quisiera, siempre y cuando se titulara, lo cual pospuso un poco —reconoce el también ensayista—, pues, de acuerdo con sus propias palabras “estaba ocupado en asuntos que me parecían más importantes: enamorarme, leer, escribir, trabajar en muchas cosas”.

Fue tras la muerte de su padre que se tituló (contaba con 28 años de edad), continuó con sus estudios de maestría y fue entonces cuando conoció al también poeta y jurista veracruzano, Rubén Bonifaz Nuño, a quien Quirarte “adopta” como figura paterna, mientras que Bonifaz Nuño lo arropa como hermano mayor.

Así, lo acoge como investigador por obra determinada en el Instituto de Investigaciones Filológicas por sugerencia de Diego Valdés (amigo de toda la vida de Quirarte), quien en ese momento se desempeñaba como abogado general de la UNAM.

Inicio de la vida académica

Es en el Instituto de Investigaciones Filológicas donde el también miembro nivel II del Sistema Nacional de Investigadores (SNI), reconoce que comienza su actividad académica. Fue entonces cuando descubrió la importancia de “estar acogido por una institución como la UNAM, como mi UNAM y por un investigador como Rubén Bonifaz, quien unía las dos cosas que han sido el eje de mi vida: la investigación y la creación”, a quien recuerda como un investigador “muy riguroso, un gran traductor y ensayista, que en sus ratos libres escribía poesía”.

Es precisamente Bonifaz Nuño otro de sus grandes maestros e influencia, ya que con él aprendió la distinción entre la libertad que provoca la creación y la obligación que provoca la academia. Otro personaje de enorme peso en su vida fue el doctor José Moreno de Alba, quien abrió una plaza en el Instituto de Investigaciones Bibliográficas para la que Quirarte concursó y se quedó.

Con el tiempo, como todo buen científico, se fueron delineando las que serían hasta la fecha sus líneas de investigación. Es así como actualmente el doctor Vicente Quirarte es especialista en bibliohemerografía literaria de la Ciudad de México, es decir, estudiar la Ciudad de México pero vista desde la perspectiva de sus escritores; la literatura de viajes escrita por mexicanos es otra de sus especialidades, ya que —según explica— lo más estudiado es la literatura de viaje de extranjeros por México.

Dentro de sus ramas de investigación se encuentra la relación entre historia y literatura, en particular el periodo de la intervención francesa en México. Finalmente, otra de sus líneas es fuentes para la historia de la literatura fantástica en México, la cual lo lleva a estudiar de manera más profesional el tema de los monstruos en la literatura.

Este tópico tampoco era nuevo para el especialista, toda vez que de niño vivió en una casa del centro de la Ciudad de México, “yo soy centrícola, como diría José Joaquín Blanco”, en donde permaneció hasta los 16 años de edad. Su convivencia con las piedras, fantasmas y leyendas propias de ese espacio de la ciudad le hicieron concluir que el tema de los monstruos “podía y debía ser examinado con las armas de la academia”.

Por lo anterior, desde hace ya varios años, el doctor Quirarte brinda cursos monográficos sobre el vampiro, la criatura de Frankenstein y próximamente se abrirá uno nuevo en torno a Sherlock Holmes, todo esto arropado por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.

Al ser cuestionado sobre la belleza detrás de los monstruos, el experto cita al poeta checo Rainer Maria Rilke: “La belleza no es sino el principio del terror que todavía podemos soportar”. Por tanto, considera Quirarte, los monstruos son grandes metáforas de pasiones, impulsiones humanas, monstruos creados por la imaginación. ‘Hay monstruos reales más terribles como los que ahora cimbran el pánico, la destrucción, la desolación y la muerte en nuestro mexicano domicilio’.

Para Quirarte, también hay figuras legendarias como la Llorona a la que, ‘aunque ninguno de nosotros haya visto, siempre le tenemos un miedo pavoroso. En la Llorona aparecen muchos elementos míticos: se reúne la idea de las mujeres jóvenes muertas en parto, une el mito de la Malinche que traiciona a sus hijos, entre otros. Lo mismo pasa con el Nahual, esta figura con la que nacemos y tiene complejidades al interior de la mitología náhuatl; es una entidad en principio malvada, pero también uno la puede tomar y convertir en benéfica, como lo demuestra Emilio Carballido en su obra Guillermo y el Nahual”, puntualiza este amante de la ciudad.

Otro caso es el de los vampiros: “Los vampiros existen para quienes creemos en ellos, pero los vampiros tal y como los presenta el cine no existen; sin embargo, son una metáfora de la necesidad humana de vivir por siempre. Lo mismo ocurre con la criatura de Víctor Frankenstein, el afán de un joven estudiante de filosofía natural por encontrar el secreto de la vida, es también lo que sucede ahora con la clonación, el trasplante de órganos, con la posibilidad de injertar una mano artificial”.

En lo que corresponde al tema específico de la Ciudad de México, junto con Bernardo Esquinca ha trabajado una antología de textos llamado Ciudad fantasma: relato fantástico de la Ciudad de México (Almadía, 2013), en donde se da una dimensión académica a estos tópicos pero sin negar su capacidad lúdica.

Al profundizar más en torno al papel de la Ciudad de México en su trabajo creativo, el poeta puntualiza que es su “monstrua”. “El gran desafío es seducir y dejarse seducir por esa monstrua (…) Tengo una relación de amor y odio por esta ciudad donde nací, donde he estudiado a sus poetas más entregados (Efraín Huerta, Octavio Paz, Rubén Bonifaz); si no hubiera nacido en el centro de la ciudad, tendría otro concepto de lo que es la urbe. Para mí haber nacido en el centro fue como haber nacido en el centro de todas las cosas y también entender otro sentido del corazón del país”.

Un SNI disperso

El doctor Quirarte reconoce que él se siente muy feliz “brincando de un tema a otro, por esa dispersión nunca pasaré del nivel II del SNI”, admite entre risas. “Ser nivel III te obliga a tener una línea muy específica, ser el primero y el especialista en esa línea”, arguye.

Pese a lo anterior, narra su llegada al SNI como un proceso un tanto natural, luego de formar parte del Sistema Nacional de Creadores y contar con el apoyo “generoso” del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca) durante dos periodos. Cuando concluyó, ya era director del Instituto de Investigaciones Bibliográficas con doctorado en lengua y literatura hispánicas, bajo la dirección de Rubén Bonifaz Nuño.

Al ser director de un instituto de la UNAM, el investigador consideró que era pertinente formar parte del SNI, “para legitimarme como investigador y un poco para legitimar el instituto que en ese entonces (1989) sus cifras eran muy bajas en cuanto a miembros del SNI y número de doctorados”.

Desde el inicio de su solicitud para ingresar al sistema y ser aceptado, entró con el nivel II “y ahí me voy a quedar, supongo, porque para ser nivel III tienes que publicar en revistas arbitradas, cosa que yo nunca voy a hacer. Me interesa hacer otras cosas”. No obstante, Quirarte muestra su reconocimiento y respeto al trabajo de todos los investigadores que integran el SNI.

Es un agradecido con el sistema, “gracias por su paciencia para tener entre sus filas a un ser híbrido. Soy un profesor que escribe y un creador que investiga, de pronto estas fronteras no se saben entender y, en ese sentido, el SNI ha sido muy generoso y comprensivo”.

Algunos de sus trabajos que “presume” con particular timidez son: El elogio de la calle: biografía literaria de la Ciudad de México, 1850-1992 (Ediciones Cal y Arena, 2001) —que fuera su tesis doctoral y es una geografía literaria de la Ciudad México—, de este trabajo derivaron, Amor de ciudad grande (FCE, 2011), Enseres para sobrevivir en la ciudad (Luna Libros, 2014), y entre lo más reciente, se encuentra en la producción de un libro para España, la colección Cosmópolis que se llamará México, ciudad que es un país.

Aunque el que más le satisface, al menos así lo reconoce abiertamente, es La invencible (Joaquín Mortiz, 2013), se trata de una biografía de su padre y que comenzó a escribir a la edad de 56 años (misma edad en la que su progenitor murió), y que describe como “una necesidad de hablar con él”. Libro autobiográfico, en prosa, “es un libro que hice auténticamente sin ninguna obligación, que son los libros que uno agradece más”, concluyó el autor, enmarcado por la biblioteca de El Colegio Nacional, entre las obras de Octavio Paz, José Emilio Pacheco y hasta las propias.

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