Scroll to top
Inicio / Nuestros Integrantes / Eduardo García Máynez

Nació en la Ciudad de México el 11 de enero de 1908. Obtuvo el grado de doctor en Derecho en la Escuela Nacional de Jurisprudencia y estudió filosofía en la Escuela Nacional de Altos Estudios de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Posteriormente tomó varios cursos de materias jurídicas y filosóficas en las universidades de Berlín y Viena. 

Se especializó en el estudio de la filosofía del derecho, filosofía de los valores, ética, ontología formal del derecho y lógica jurídica. Fundó el Centro de Estudios Filosóficos de la UNAM (1940) −hoy Instituto de Investigaciones Filosóficas (IIFs)−, así como las revistas Filosofía y Letras (1940) y Diánoia (1955). Colaboró en la creación del Instituto Tecnológico de México (ITM) −actualmente Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM)− (1946).  

Fue abogado consultor de la Procuraduría General de la República; y secretario de estudio y cuenta en la Suprema Corte de Justicia (1936-1944). En la UNAM fue director de la Facultad de Filosofía y Letras (1940-1942 y 1953), del Centro de Estudios Filosóficos (1940-1965), del Seminario de Filosofía del Derecho y Sociología Jurídica de la Facultad de Derecho (1948); secretario general (1944-1945 y 1945-1946) e investigador del Instituto de Investigaciones Filosóficas. Fue el primer rector del ITM (1946-1952).  

Impartió clases en la Escuela Nacional Preparatoria, en la de Altos Estudios y en la de Jurisprudencia. Dio cursos y conferencias en varias universidades de la República mexicana, en Latinoamérica, Norteamérica y Europa.  

Autor de Introducción al estudio del derecho (1940), Ética (1944), La definición del derecho. Ensayo de perspectivismo jurídico (1948), Lógica jurídica y ontología formal del derecho (1948), Introducción a la lógica jurídica (1951), Lógica del juicio jurídico (1955), El problema de la objetividad de los valores (1969), Doctrina aristotélica de la justicia (1973) y Filosofía del derecho (1974), entre otros. Tradujo textos de Hans Kelsen, Max Weber, Rainer Maria Rilke, Fritz Schreier, Raymond Bayer y Gottfried Leibniz. El Colegio Nacional ha reunido su obra en once tomos. 

Dirigió las revistas Diánoia y Filosofía y Letras, y colaboró en publicaciones como Latin-American Legal Philosophy, Philosophy and Phenomenological Research, Cuadernos Americanos, Criminalia, Revista Mexicana de Sociología y Revista de la Escuela Nacional de Jurisprudencia. 

Recibió la Beca de la Fundación Guggenheim, el Premio Elías Sourasky 1971, el Premio Nacional de Ciencias y Artes 1976, el Premio Maestro Jorge Sánchez Cordero 1982 y la Medalla Belisario Domínguez 1987.  

Perteneció a la Sociedad Internacional de Filosofía, Asociación Internacional de Filosofía Jurídica y Filosofía Social, fue presidente honorario de la Sociedad Mexicana de Filosofía y miembro del Seminario de Cultura Mexicana. Fue profesor honorario de la Universidad San Carlos de Guatemala, la Universidad Mayor de San Marcos, Lima. Investigador emérito del IIFs, profesor emérito de la Facultad de Derecho y doctor honoris causa por la UNAM. 

Eduardo García Máynez y Espinosa de los Monteros ingresó a El Colegio Nacional el 28 de abril de 1958. Su discurso “Ontología del derecho y lógica jurídica” fue contestado por Agustín Yáñez.  

Falleció en la Ciudad de México el 2 de septiembre de 1993. 

Ontología del Derecho y Lógica jurídica 

Señor Presidente en turno,
Señores Miembros Fundadores y Titulares del Colegio Nacional;
Señores y señoras:

Encontrábame en el hemisferio austral, a varios miles de kilómetros de la patria, cuando recibí la noticia de que había sido electo miembros de este ilustre Colegio. A la sorpresa que la nueva produjo en mí, vino a sumarse desde un principio un claro sentimiento de la responsabilidad que contraería al aceptar una designación tan inesperada como honrosa. Pertenecen a esta Casa varios de nuestros hombres más preclaros, y en ella están representadas, en sus extremos de excelencia, las humanidades, las ciencias y las artes. Quedar incorporado a esta Institución, para ejercicio del magisterio desde la tribuna más alta del país, es el máximo honor a que un intelectual puede aspirar en México; pero, por sus mismos quilates, ese honor necesariamente impone a quien lo recibe una ingente responsabilidad. Al agradeceros de todo corazón el nombramiento, no puedo dar mejor prueba de mi gratitud que la solemne promesa de esforzarme  —en la exigua medida de mi capacidad y la muy amplia de mi entusiasmo— por merecer la confianza con que me habéis honrado.

 


Consulta el discurso completo   DESCARGAR

X
X