Scroll to top
Inicio / Nuestros Integrantes / Jaime Torres Bodet
Fallecido

Jaime Torres Bodet

Artes y Letras
Poeta, ensayista
Ingreso: 8 de octubre de 1953

Libertad y verdad son nuestros propósitos. Libertad para proseguir en la busca incesante de la verdad. Y verdad en la afirmación de las responsabilidades sociales, morales e intelectuales que impone la libertad

Poeta, ensayista, narrador, funcionario público y diplomático. Perteneció al grupo de los Contemporáneos, cuya producción poética se caracterizó por la expresión de la modernidad, la ausencia de una actitud política y un nacionalismo, la influencia de autores franceses y anglosajones, así como por la alta calidad de sus obras. Fue secretario de Educación Pública (1943-1946 y 1958-1964), secretario de Relaciones Exteriores (1946-1948) y director general de la Unesco (1948-1952). Autor de El corazón delirante (1922), Destierro (1930), Margarita de niebla (1927) y Sombras(1937). Premio Nacional de Ciencias y Artes 1966 y la Medalla Belisario Domínguez 1971. Miembro de la Academia Mexicana de la Lengua, de la Hispanic Society of America y miembro extranjero honorario de la Academy of Arts and Sciences (EUA).

 

Jorge González Camarena. Retrato de Jaime Torres Bodet, 1975. Óleo sobre tela 

90 x 70 cm. Colección: El Colegio Nacional


Nació en la Ciudad de México el 17 de abril de 1902. Se graduó como abogado en la Escuela Nacional de Jurisprudencia y tomó algunas materias en la Escuela Nacional de Altos Estudios de la Universidad Nacional de México.  

 

Poeta, ensayista, narrador, funcionario público y diplomático. Junto con Xavier Villaurrutia, José Gorostiza, Salvador Novo, Jorge Cuesta, Gilberto Owen y Bernardo Ortiz de Montellano, entre otros, perteneció al grupo de los Contemporáneos, cuya producción poética se caracterizó por la expresión de la modernidad, la ausencia de una actitud política y un nacionalismo, la influencia de autores franceses y anglosajones, así como por la alta calidad de sus obras. Como secretario de Educación Pública (1943-1946 y 1958-1964), impulsó la alfabetización, la cultura y el apoyo al magisterio; también fue secretario de Relaciones Exteriores (1946-1948).  

 

Ocupó los cargos de profesor de literatura en la Escuela Nacional Preparatoria (1921-1924), secretario particular del rector de la Universidad Nacional, José Vasconcelos (1921-1922); jefe del Departamento de Bibliotecas de la Secretaría de Educación Pública (1922-1924), secretario particular de Bernardo J. Gastélum, titular de la Secretaría de Salubridad (1924-1928). En 1929 ingresó al Servicio Exterior Mexicano, donde fue tercer secretario de la Legación de México en España, primer (1935-1936) y segundo (1931-1934) secretario de la Legación de México en París, jefe del Departamento Diplomático de la Secretaría de Relaciones Exteriores (1936-1937), encargado de negocios en Bélgica (1937-1940),subsecretario de Relaciones Exteriores (1940-1943), entre otros. Encabezó varias delegaciones que representaron a México ante importantes conferencias internacionales como la de Londres para constituir la Unesco (1945), las Interamericanas de Quitandinha (1947) y Bogotá (1948). Asimismo, fue nombrado director general de la Unesco (1948-1952).  

 

Impartió la cátedra de Literatura francesa en la Escuela Nacional de Altos Estudios. En el extranjero dictó conferencias en la Institución Hispanocubana de Cultura y en el Club Universitario de Buenos Aires. Fue huésped de la Arts and Letters Academy de Nueva York. 

 

Dentro de su obra poética destacan los libros Fervor (1918), El corazón delirante (1922), Canciones (1922), Nuevas canciones (1923), La casa (1923), Los días (1923), Poemas (1924), Biombo (1925), Destierro (1930), Cripta (1937), Sonetos (1949), Fronteras (1954), Sin tregua (1957), Trébol de cuatro hojas (1958), Obra poética (1967). Como narrador fue autor de Margarita de niebla (1927), La educación sentimental (1929), Proserpina rescatada (1931), Estrella de día (1933), Primero enero (1935), Sombras (1937) y Nacimiento de Venus y otros relatos (1941). También escribió ensayo y crítica literaria: Contemporáneos. Notas de crítica (1928), Tiempo de arena (1955), Tres inventores de realidad: Stendhal, Dostoyevski, Pérez Galdós (1955), Balzac (1959), Maestros venecianos (1961), Rubén Darío, abismo y cima (1966) y Tiempo y memoria en la obra de Proust (1967). Publicó sus memorias en varios volúmenes: Tiempo de arena, Años contra el tiempo, La victoria sin alas, El desierto internacional, La tierra prometida y Equinoccio. El Colegio Nacional ha publicado sus obras en cuatro tomos. Tradujo obras de Andre Gide. Asimismo, editó las revistas Falange y Contemporáneos; colaboró en publicaciones como Excélsior, Novedades; Revista de Revistas, Contemporáneos y Ulises (México); la Revista de Occidente (España); Sur y Nosotros (Argentina), entre otras.  

 

Recibió numerosas distinciones y reconocimientos, entre ellos, la Gran Cruz de la Orden de la Legión de Honor de Francia, la Gran Cruz de la Orden de la Estrella Polar de Suecia, el Gran Cordón de la Orden de las Estrellas Brillantes de China, la Gran Cruz de la Orden del Libertador San Marón de Argentina, la Gran Cruz de la Orden al Mérito de Chile, el Premio Nacional de Ciencias y Artes 1966 y la Medalla Belisario Domínguez 1971.  

 

Doctor honoris causa por la UNAM, las universidades de París, Bruselas, Burdeos, California del Sur, La Habana, Nuevo México y Lyon. Miembro de la Academia Mexicana de la Lengua, de la Hispanic Society of America, miembro extranjero honorario de la Academy of Arts and Sciences (EUA), miembro de honor de la Academia Nacional de Historia y Geografía de México, miembro asociado de la Academia de Bellas Artes de Francia. 

 

Ingresó a El Colegio Nacional el 8 de octubre de 1953. Su discurso “El escritor en su libertad” fue contestado por Manuel Toussaint Ritter. 

 

Falleció en la Ciudad de México el 13 de mayo de 1974. 

El escritor en su libertad
Discurso de ingreso (8 de octubre de 1953)

En esta Casa, de la que fui huésped en 1946, cierta noche de junio, cuando el Colegio Nacional se dignó asociarme al tributo rendido a uno de sus miembros más respetados y más ilustres, el filósofo Don Antonio Caso, sean mis primeras palabras para agradeceros, Señores, muy cordialmente, la confianza con que habéis querido distinguirme al invitarme a ser uno de los vuestros.
Sé lo que vale este testimonio de vuestro crédito. Conozco los méritos de cada uno de los maestros que dan prestigio a esta Institución, conciencia activa del pensamiento libre de la República. Como ciudadano privado he observado, desde hace meses, lo que como Secretario de Educación tuve la fortuna de ver crecer, afirmarse y desarrollarse, al margen de las preocupaciones de lo oficial, pero no son sin raíz en las inquietudes de nuestro tiempo y en las ambiciones legítimas de la Patria: la labor de un Colegio en cuyo seno las ciencias, la literatura y el arte se hallan —por vosotros— brillantemente representados.

 


Consulta el discurso completo   DESCARGAR

X
X