Scroll to top
Inicio / Nuestros Integrantes / Octavio Paz
Fallecido

Octavio Paz

Artes y Letras
Poeta y ensayista
Ingreso: 1 de agosto de 1967

Soy apenas un episodio en la historia de nuestra literatura, la transitoria y fortuita encarnación de un momento de la lengua española

Escritor. Uno de los grandes poetas y ensayistas del siglo XX. Premio Nacional de Ciencias y Artes 1977, Premio Cervantes 1981 y Premio Nobel de Literatura 1990. Director de la revista Plural y fundador de Vuelta. Algunas de sus obras son El laberinto de la soledad (1950), Piedra de sol (1957), Puertas al campo (1966), Ladera este (1969), Posdata (1970), Pasado en claro (1975), El ogro filantrópico (1979), Tiempo nublado (1983), Sor Juana Inés de la Cruz o Las trampas de la fe (1982) y Árbol adentro (1987). Ingresó a El Colegio Nacional el 1 de agosto de 1967.

 

Lucinda Urrusti. Retrato de Octavio Paz, 1999. Óleo sobre tela 

90 x 70 cm. Colección: El Colegio Nacional. Fotografía: Javier Hinojosa 


Nació en la Ciudad de México el 31 de marzo de 1914. Realizó estudios de Derecho en la Universidad  Nacional Autónoma de México (UNAM).

Es considerado uno de los escritores más importantes de la lengua española. Renovó la poesía, cultivó el ensayo e incursionó en la dramaturgia. Fue crítico de la política y la sociedad contemporánea. Influyó en varias generaciones literarias de México y del mundo.

Fundó, junto con otros jóvenes poetas, las revistas Barandal (1931), Taller (1938) y El Hijo Pródigo (1943). A principios de los treinta inició amistad con Efraín Huerta, José Revueltas y frecuentó a los Contemporáneos. Al recibir la beca Guggenheim (1943-1944), viajó a los Estados Unidos, donde entró en contacto con la poesía en inglés. En 1945 comenzó su labor diplomática en la Embajada de México en París, país donde conoció a André Breton y Benjamín Péret, así como a otros escritores e intelectuales franceses y de distintas nacionalidades. Posteriormente fue designado encargado de negocios ad interim en la Embajada de México en Japón (1952). En 1955, en México, fundó con Leonora Carrington, Juan Soriano y Juan José Arreola el grupo de teatro Poesía en Voz Alta. Retornó a París en 1959 y, de 1962 a 1968, vivió en Delhi como embajador de México en la India.

A su regreso a México, fue director de la revista Plural (1971); después fundó y dirigió, hasta su muerte, la revista Vuelta (1976). Fue profesor invitado en las universidades de Cornell, Pittsburgh, Austin, Harvard y en el Churchill College de Cambridge, Inglaterra, entre otras. Colaboró en revistas como Fontaine, Esprit, Les Lettres Nouvelles (Francia); New directions, Horizon, Times Literary Supplement (Londres); Evergreen Review, New World Writing (EUA); Sur (Argentina); Mito (Bogotá); Orígenes (La Habana); Papel Literario (Caracas); Cuadernos Americanos y la Revista de la Universidad (México).

Su primer libro, Luna silvestre, fue editado en 1933. Después, le siguieron los primeros tomos de Entre la piedra y la flor (1941) y A la orilla del mundo (1942). Posteriormente publicó Libertad bajo palabra (1949), El laberinto de la soledad (1950), Semillas para un himno (1954), la obra de teatro La hija de Rappaccini (1956), El arco y la lira (1956), Las peras del olmo (1957), La estación violenta, que recoge “Piedra de Sol” (1958), Salamandra (1962), Los signos en rotación y Cuadrivio (ambos de 1965), Puertas al campo (1966), Corriente alterna, Claude Lévi-Strauss o el nuevo festín de Esopo (ambos de 1967), Marcel Duchamp o el castillo de la pureza (1968), Ladera Este (1969), Conjunciones y disyunciones (1969), Posdata (1970), Renga (1972) y El signo y el garabato (1973).

En 1974 aparecieron Los hijos del limo, El mono gramático y Versiones y diversiones, donde reunió sus traducciones. En 1975 publicó Pasado en claro y años después Poemas y El ogro filantrópico (1979). Posteriormente publicó Sombras de obras y Tiempo nublado (1983), Hombres en su siglo y otros ensayos (1984), Pasión crítica (1985), Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe (1982), Árbol adentro (1987), México en la obra de Octavio Paz (1987), compilación y selección de sus textos, La otra voz. Poesía y fin de siglo (1990), Itinerario y La llama doble (1993), entre otros. Su obra se ha traducido al inglés, francés, portugués, italiano, a lenguas nórdicas y orientales.

Obtuvo numerosos premios y distinciones, entre los que destacan, el Premio Xavier Villaurrutia 1956; el Premio Nacional de Ciencias y Artes 1977; el Gran Premio Internacional de Poesía 1963, Bélgica; el Premio Gran Águila de Oro 1979, del Festival Internacional del Libro en Niza, Francia; el Premio Cervantes 1981, España; Premio Internacional Neustadt de Literatura 1982; Premio Oslo de Poesía 1985, Noruega; Premio Internacional Alfonso Reyes 1986; el Premio Internacional Menéndez Pelayo 1987; el Premio T. S. Eliot 1987 por la Ingersoll Foundation; la Medalla Picasso de la Unesco 1988; el Premio Tocqueville 1989 de la Academia Francesa; el Premio Nobel de Literatura 1990; el Premio Príncipe de Asturias 1993 por la revista Vuelta; Gran oficial de la Orden al Mérito de la República Italiana 1994; la Gran Cruz de la Legión de Honor de Francia 1995 y el Premio Nacional de Periodismo 1998.

Fue miembro honorario de la Academia de Artes y Letras de los Estados Unidos (1972) y de la Academia Mexicana de la Lengua (1997). Miembro de la Académie Royale de Belgique, Bélgica (1993). Doctor honoris causa por las universidades de Boston (1973), UNAM (1979), Harvard (1980), New York (1985), Murcia (1989), Middlebury College (1992), Texas (1992), entre otras.

Octavio Paz Lozano ingresó a El Colegio Nacional el 1 de agosto de 1967. Su discurso “La nueva analogía” recibió la salutación de Antonio Castro Leal.

Falleció en la Ciudad de México el 19 de abril de 1998.

La nueva analogía
Discurso de ingreso (1 de agosto de 1967)

Señor Presidente en turno de El Colegio Nacional,
Señor Secretario de Educación Pública,
Señor Rector de la Universidad Nacional Autónoma de México
Estimados y respetado colegas,
Señoras y señores:

Ante todo agradezco profundamente al doctor Antonio Castro Leal sus cordiales palabras. Mi gratitud se extiende a todos los miembros de El Colegio Nacional. El saludable terror literario impuesto por los escritores jóvenes de México ha desterrado de nuestro vocabulario la palabra solemnidad. Así pues me limitaré a decir, sin la menor solemnidad, que este acto me emociona. Por desgracia, como aquel personaje del poema de Julio Torri, soy “un mal actor de mis propias emociones”. Espero no obstante, que la torpeza y parquedad con que las expreso no vele sino acentúe su autenticidad y mi sinceridad.


Consulta el discurso completo   DESCARGAR

X
X