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LA ARQUITECTURA MANTIENE VASOS COMUNICANTES CON OTRAS MANIFESTACIONES ARTÍSTICAS: FELIPE LEAL

LA ARQUITECTURA MANTIENE VASOS COMUNICANTES CON OTRAS MANIFESTACIONES ARTÍSTICAS: FELIPE LEAL

febrero 23, 2023
Boletines Comunicados Felipe Leal Institución
        • Felipe Leal, miembro de El Colegio Nacional, coordina el ciclo La arquitectura y las artes, concebido como un espacio de reflexión sobre los diferentes vasos comunicantes que existen entre ambas disciplinas.
        • Con el tema “Arquitectura y escenografía” inició el ciclo de conferencias, que tuvo la participación de Itzel Alba, Philippe Amand, Jorge Ballina y Patricia Gutiérrez.
        • Para Amand, las soluciones estéticas del diseño del espacio deben contribuir al relato de la historia, sin caer en el peligro de la imagen por la imagen.
        • El arte abraza lo que te conecta con el subconsciente, con mundos misteriosos, ambiguos, mutables, no racionales y cosas que van más allá de lo objetivo, destacó Jorge Ballina.

La arquitectura mantiene una gran cantidad de vasos comunicantes con otras manifestaciones artísticas, como la escultura, las artes visuales, el cine, incluso la gastronomía, de ahí el interés del arquitecto Felipe Leal, miembro de El Colegio Nacional, por impulsar el ciclo La arquitectura y las artes, a desarrollarse a lo largo de 2023.

La primera conferencia, realizada de forma presencial en el Aula Mayor de la institución y transmitida a través de sus redes sociales, se dedicó al tema “Arquitectura y escenografía”, en la cual participaron Itzel Alba, Philippe Amand, Jorge Ballina y Patricia Gutiérrez.

Previo a las reflexiones de los participantes, el colegiado recuperó algunas citas del escenógrafo Alejandro Luna, fallecido en diciembre pasado, cuya vida y obra “se convirtieron en un parteaguas en la escenografía mexicana”.

“En algunas conversaciones pude rescatar el vínculo entre arquitectura y escenografía, porque era arquitecto de origen: se dedicó a la escenografía y al final de su vida recuperó esa parte arquitectónica en la construcción de espacios escénicos. Para él, la materia básica de la escenografía y la arquitectura era el espacio”.

La diferencia estaría en para qué sirve la organización del espacio, recordó Felipe Leal: en la arquitectura es para vivir, para trabajar, para divertirse y para circular, mientras la organización del espacio en las artes escénicas sirve para representar, lo que “es un hecho totalmente diferente, pero en ambos casos se trata de organizar el espacio y cuando hablamos del espacio tocamos cosas inmateriales, invisibles, de atmósferas que generalmente tenemos en los espacios”.

“Esto se concreta en ambas disciplinas: la arquitectura y la escenografía le ponen límites al espacio, límites en muchas ocasiones intangibles y, en otras, tangibles de organizar el espacio, y eso lo hacemos en ambas disciplinas: el trabajo es parecido, pero el hecho de vivir la arquitectura y de vivir el teatro se da de manera muy diferente, porque el teatro sí está limitado a la representación”.

En ese sentido, explicó el arquitecto, antes y después no es teatro, son preparativos, mientras que la arquitectura tiene otro papel: la arquitectura es de 24 horas diarias y el teatro es efímero. Dura y desaparece, añadió.

Realidad y ficción

De acuerdo con Itzel Alba, arquitecta por la UNAM, en el gremio arquitectónico, el término escenografía suele utilizarse de manera peyorativa, “tal vez por la influencia del maestro José Villagrán y su principio de verdad constructiva: esto es la concordancia entre el material de construcción de algo y su apariencia”.

“Esto es algo que nos enseñaron como arquitectos y nos ha marcado; sin duda, hay una diferencia en el sentido creativo en ambas disciplinas, en la intención efímera o de permanencia, ya sea a partir del sujeto de sus recorridos, el actor o la actriz, o el usuario de la arquitectura, aunque también en sus discursos y, por supuesto, en sus materialidades”.

Sin embargo, existe un elemento común a ambas disciplinas, sin el que no pueden existir, y es el espacio. El espacio, tanto en la arquitectura como en el teatro, es percibido a través de nuestros sentidos, en distinta medida a través del oído: por ejemplo, “podemos imaginar la magnitud de un espacio limitado, abierto, ancho, largo, alto o contiguo al espacio en el que estamos”, destacó la escenógrafa.

“Al mismo tiempo podemos imaginar el peso, la textura de los materiales que lo limitan de alguna manera; nuestro cuerpo no termina en la piel, si no en el alcance de nuestros sentidos que, sin ese contenedor, toma una forma del espacio que nos invita —y yo diría nos obliga— a un recorrido físico o imaginario”.

Itzel Alba destacó que es a través de la vista con la que más comúnmente experimentamos el espacio escénico y, consecuentemente, lo hacemos a través de la luz; en ese sentido, de la cualidad de la luz depende nuestra percepción del espacio, lo matiza la amplitud de esta luz, la posición de su fuente, la cantidad de fuentes que hay, su suavidad o su agudeza.

“La luz revela el espacio y el espacio determina el recorrido de los actores, de la mirada del público y del discurso visual. Por ello, estrictamente hablando, para hacer teatro no es necesario un recinto, el teatro se hace y se ha hecho en el espacio público y en los lugares más inusitados; sin embargo, la arquitectura sí determina la espacialidad de lo escénico.

“Por la naturaleza del hecho teatral, resulta muy importante el grado de cercanía del público con la escena y es en esto que existe una diferencia enorme entre presentar una obra o un espectáculo en un espacio que promueve la intimidad o en un auditorio amplio que permite la presencia de una gran cantidad de personas”, destacó la especialista.

De entre los escenógrafos presentes, Philippe Amand es el único que no estudió arquitectura, más allá de que sus colegas hayan tomado el camino de la arquitectura para dedicarse a la escenografía.

“Lo curioso es que desde el liceo me interesaba la arquitectura, entonces tomé la orientación técnica: estudié diseño industrial, donde me enseñaron a hacer planos sin saber que, unos años más tarde, ese aprendizaje me serviría para expresarme como escenógrafo”.

De ahí su interés en centrar el debate a lo que definió como el edificio teatral, la arquitectura teatral, que sí es motivo de mucha reflexión y cuando hay que construir uno suele existir cierta dificultad para tomar decisiones pertinentes que funcionen para las distintas disciplinas, “en los escenarios puede haber teatro, música, ópera, porque no es lo mismo la voz hablada que la voz cantada en cuanto a la acústica”.

Para quien fuera asistente de Julio Castillo, los arquitectos se han asomado al ejercicio de la construcción de edificios teatrales desde muchas vertientes, de ahí su convencimiento de que la arquitectura y la escenografía confluyen en el arte y la técnica de diseñar, proyectar y construir espacios.

“Llegué a la escenografía después de haber sido asistente de Julio castillo y de estudiar dirección con Ludwig Margules, lo que me llevó a tomar un diplomado con Alejandro Luna; en mi caso me acerqué a la creación de espacios para el teatro desde la puesta en escena, aunque sabiendo dibujar cortes y planos, gracias al diseño industrial, tanto en la arquitectura como en la escenografía, por ello pienso que las soluciones estéticas son esenciales: siempre es necesario tomar decisiones estéticas”.

En la ópera, la escenografía juega un papel en el que la puesta en escena debe sujetarse con más fuerza que en el teatro; la historia y sus personajes constituyen un universo, la escenografía participa en la creación de ese universo, participa en la creación de ese mundo, “estas soluciones estéticas del diseño del espacio deben contribuir al relato de la historia, sin caer en el peligro de la imagen por la imagen”.

“He visto escenografías increíblemente hermosas, pero carentes de toda emoción y que no contribuyen a arropar a los personajes, ni el soporte mismo de la narración; pienso que el acierto está en encontrar el equilibrio entre la estética y la construcción del universo de la obra.

“En lo particular, como escenógrafo también me interesa toda la parte mecánica: me obsesiona el movimiento para las transformaciones de los espacios. Puedo decir de algún modo que mis coordenadas son la transformación del espacio y la distribución de la luz por el equilibrio de la composición y en ese marco se incluye una búsqueda constante de la proporción”, en palabras de Philippe Amand.

Lo efímero del espacio

Arquitecto por la Universidad Iberoamericana y colaborador de Alejandro Luna, Jorge Ballina aseguró que referirse a la escenografía teatral como espacio efímero es común en el gremio, donde se dice que la escenografía “es arquitectura efímera, porque los materiales con las que se construyen duran poco y se tiran al final de la producción, o porque tienen una existencia muy corta, la temporada de teatro dura muy poco”.

Más allá de esa perspectiva, la condición efímera del espacio escenográfico va mucho más allá de su durabilidad y antes de eso quiero hablar de la autenticidad: “cuando dices que una obra arquitectónica es escenográfica es casi un insulto, porque la estás considerando decorativa o mentirosa”.

“Cuando en un trabajo arquitectónico tienes un mármol pintado o unos tabiques de mentira es pecado mortal, es sinónimo de falso o de que no hay autenticidad. En el teatro es perfectamente aceptable: haces una escenografía que representa ladrillos y trabes de concreto, y todo mundo sabe que no son de verdad; por más realista que sea una escenografía, tú sabes que no es real”.

Entonces, ¿para qué la haces real?, se preguntó Ballina: puedes tener una luna que es de mentira, pero se sabe que es un truco óptico y aceptas la verdad de algo que es evidentemente falso, porque entras al juego, te dejas engañar voluntariamente, “no te sientes defraudado por el engaño, porque sabes que existe desde el principio, dejas que la experiencia de lo que estás viviendo te sumerja en algo que toca al mundo del subconsciente”.

“Lo falso se vuelve más real que la realidad. En el arte abrazas lo que te conecta con el subconsciente, con mundos misteriosos, ambiguos, mutables, no racionales y cosas que van más allá de lo objetivo o de lo científico explicable, pero estás creando espacios con la escenografía, igual que con la arquitectura”.

De acuerdo con Jorge Ballina, la escenografía y la arquitectura tienen mucho en común: la única manera de crear espacios es estableciendo límites. Una escenografía es un contenedor que delimita el espacio de la ficción: “el espacio es aire, la nada, pero contenida se vuelve algo concreto y crea un universo para la obra”.

“La diferencia entre la arquitectura y la escenografía tiene que ver con que la arquitectura está hecha para ser usada y disfrutada por los habitantes dentro de ella; en el teatro, los personajes habitan el espacio, pero la experiencia es para el espectador que está afuera: en la escenografía está separado el habitante, que es el actor, del espectador, que está afuera”.

Finalmente, Patricia Gutiérrez dedicó una parte de su participación a lo que llamó su “metamorfosis de arquitecta a escenógrafa”, pues a punto de terminar la carrera, se dio cuenta de que algo le hacía falta, “y tuve la fortuna de asistir a una conferencia del arquitecto Gustavo Avilés, quien es un especialista de iluminación arquitectónica, y me abrió una ventana gigante, porque descubrí que la arquitectura eran muchas cosas y que también podía abordarla desde otro lado”.

La arquitecta también tenía la inquietud de hacer una maestría y para ello quería hacerla en el extranjero, lo que logró al estudiar arquitectura efímera, siempre con la intención de dedicarse al teatro: por muchos años había bailado ballet, no se dedicó profesionalmente porque en Veracruz no encontró cómo desarrollarse, pero tenía un hueco, “tenía el teatro por dentro”.

“Para mí, la escenografía fue mi destino: ya lo buscaba, pero no encontraba la manera de llegar. Luego de una estancia de intercambio de un año en Francia, hablaba de enfocarme en hacer teatro y una compañera de viaje me dijo ‘tengo un primo que es escenógrafo, te voy a pasar su teléfono’. Y el primo es Jorge Ballina”, recordó.

Con el tema “Arquitectura y escenografía”, se inició el ciclo La arquitectura y las artes, coordinado por Felipe Leal, integrante de El Colegio Nacional. La mesa redonda se encuentra disponible de la institución:

Página web: www.colnal.mx

Youtube: elcolegionacionalmx

Facebook: ColegioNacional.mx

Twitter: @ColegioNal­_mx

Correo de contacto: prensa@colnal.mx

 

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