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Siempre son tiempos oscuros y siempre es necesario seguir participando de la poesía: Cristina Rivera Garza

Siempre son tiempos oscuros y siempre es necesario seguir participando de la poesía: Cristina Rivera Garza

agosto 17, 2024
Boletines Cristina Rivera Garza Institución Prensa
    • Se llevó a cabo la conferencia “Todo tiene cuerpo y lugar: lectura de poemas de Cristina Rivera Garza”, que contó con la participación de Cheyla Samuelson e Ilana Luna.
    • Un rápido recorrido por hurgar en algunos de los temas que definen a la escritura poética de la integrante de El Colegio Nacional.
    • “Hay muchas definiciones de la poesía y creo que cada lector, cada escritor y escritora, se regirán por sus propias definiciones”, destacó la colegiada.
    • Desde su mirada, la visión sobre el cuerpo tiene que ver con una postura necesariamente crítica de jerarquías “que me empujaban y que, si se hubieran salido con la suya, me habrían invisibilizado como muchas más”.

“Siempre son tiempos oscuros y siempre es necesario seguir participando de la poesía”. Las palabras de Cristina Rivera Garza, integrante de El Colegio Nacional, vinieron a propósito de la pregunta de Cheyla Samuelson, una de las traductoras de su obra poética, acerca cómo se puede hacer poesía cuando todo parece estar muy oscuro en el mundo que nos rodea, tras la lectura del poema “La tercera parada”.

“Hay muchas definiciones de la poesía y creo que cada lector, cada escritor y escritora, se regirán por sus propias definiciones. A mí me gusta mucho una que decía que la poesía era el lenguaje con el que investigábamos el lenguaje. Pareciera ser un poco abstracto, demasiado intelectual, pero si lo digerimos lentamente y nos ponemos a pensar en qué parte del lenguaje usamos para despertar también al lenguaje, qué parte del lenguaje de todos los días, que nos pertenece a todos, va ahí a horadar, a abrir grietas en narrativas dominantes y dejarnos ver un poco en lo que yace más allá, ahí radica la gran potencia crítica de la poesía, de la escritura en general”.

Durante la conferencia “Todo tiene cuerpo y lugar: lectura de poemas de Cristina Rivera Garza”, en la cual participaron con sus reflexiones y preguntas Cheyla Samuelson e Ilana Luna, traductoras de la obra poética de la colegiada, reconoció que ni siquiera está segura de que la poesía tenga un papel o de que sea necesario que tenga varios papeles, porque esa labor de investigación, de exploración y luego entonces de crítica que se encuentra en el acto de creación poética es, en sí mismo, suficiente.

“Algo que me mantiene regresando a esto que llamamos poesía, y lo dice alguien que ha estado trabajando mucho en los límites, en los bordes de los géneros, entre la ficción y la no ficción, entre la crónica, el ensayo, el cuento… son los intersticios, aquello que ocurre entre las cosas cuando están a punto de tocarse, pero todavía no se definen, creo que ese lugar es, por excelencia, el de la poesía”.

En ese sentido, a la narradora le interesan muy poco esas versiones estrictas de lo poético, sobre todo las personas que se dan el derecho de decidir qué es poesía y qué no es poesía, “más la labor de un policía que la de alguien que esté tratando de habitar universos de maneras colectivas, únicas”. Su principal interés está en “ese espacio poético que resiste a la definición, a la autoridad y que puede explayarse, derramarse sobre el mundo con esta ligera manera de estar”.

En el acto, celebrado de forma presencial en el Aula Mayor de la institución, Cristina Rivera Garza señaló que, mientras en otros géneros se exige o se invita a tener una cierta certidumbre —“si estamos viendo una novela algo ocurre, algo cambia, hay personajes, hay trama”—, la poesía es este espacio que se brinda cuando no es necesario llegar a esa certidumbre, “cuando podemos decir hay algo que ocurre ahí, que me está cimbrando, que está cerca de mí y no sé qué es, pero como es poesía se vale”.

“Esa capacidad flexible, porosa, limítrofe, de lo que podríamos decir que la poesía es lo que me hace correr el camino de regreso y el camino de ida”.

Presencia del entorno en la poesía

En la conferencia ofreció un rápido repaso por algunos poemas representativos no sólo de su obra, sino de su propia vida, empezando con su primer libro, titulado La más mía y el poema “Los bárbaros se quedan a cenar”, pasando por “La tercera parada”, “La geología del lugar”, en la que plasma su relación con la Ciudad de México, o “Que despavoridas no”, escrito casi horas después de darse a conocer la noticia del asesinato de la activista Marisela Escobedo.

En muchas de sus versos hay una referencia a sus orígenes norteños, porque una de las creencias o de las visiones con las que trabaja mucho cuando está escribiendo, en cualquier tipo de género, es que, contrario a lo que se suele dar un gran valor a lo que llaman poesía o escritura sin adjetivos, “a mí me parece que toda escritura que vale la pena tiene adjetivos”.

“Una escritura contaminada, cruzada, informada por su presente es el reto, es lo que persigo una y otra vez. La experiencia de estos bárbaros del norte tiene mucho que ver con la experiencia del exilio, con la experiencia del que va moviéndose de un lugar a otro, errando: qué se siente no ser de ahí, qué se siente llegar a un lugar, qué se siente fundarlo, que se siente ser expulsado, cómo reacciona el cuerpo y de qué manera el lenguaje se enfrenta a esta experiencia”.

Desde la perspectiva de Cheyla Samuelson, en un libro como La más mía, tiene que ver en muchas partes con la relación con la madre y es una situación muy especial, muy difícil, donde no sólo está “el cuerpo de la madre como algo vulnerable, un estado de peligro”, sino también la posición de la voz poética de esa mujer joven que está en la etapa natural de la rebelión y el rechazo natural de la madre y de tratar de diferenciarse de la madre.

Cristina Rivera Garza recordó que ese poemario es de finales de siglo XX, cuando sí hay una relación compleja, de gran tensión, de gran fuerza y absoluto cariño con la figura materna, con el cuerpo y con la definición de qué es ser mujer, en especial qué es irse convirtiendo en mujer en una familia nuclear, heterosexual, con entendimientos más o menos jerárquicos: “hay mucha de esa rabia, pero hay una rabia muy compleja, porque el poema trata de atrapar el momento en que mi madre fue diagnosticada con un aneurisma”.

“Estábamos pasando unos días angustiosos en el hospital de neurología de la Ciudad de México y escribí gran parte de estos poemas en la biblioteca del hospital, entonces está todo el ambiente del hospital, este rejuego crítico, pero también muy amoroso con lo que significa esta madre y con lo que significa tener cuerpo. Aquí, la figura del yo sirve como eje: hay un primer reconocimiento de la complejidad del problema y una primera postura crítica al respecto que no sólo de los temas que había que abarcar, sino también de esta relación de fuerza con las palabras, con el lenguaje, con la gramática”.

Uno de los aspectos destacados por Cristina Rivera Garza de su pertenencia a “esos bárbaros, con su energía, con su contestación, con su querer estar”, es la proclividad ante lo que ahora definimos como cuerpos alternativos, experiencias no normativas, “que se parece mucho al mundo en el que he vivido y del que he aprendido un montón”.

“Hay una energía en eso que ya no son los márgenes, que está redistribuido en el entorno social, en las comunidades, que es también de la poesía, que hay que tocar también con la poesía. Hay una postura política al respecto de jerarquías múltiples —de clase, de raza, de género—, que siempre ha sido una veta de exploración para mí fundamental, porque es una energía crítica”.

Sobre la relación entre el lenguaje y el cuerpo, la escritora señaló que en 1998 no se solía decir que el lenguaje acuerpaba, aún se usaban verbos más bíblicos como encarnar, pero en su obra poética hay un esfuerzo de no sólo explorar o tocar temas del cuerpo, sino de volverse cuerpo en esa relación con el lenguaje, en especial de tratar al lenguaje como un cuerpo material.

“Eso es parte de no ser un cuerpo normativo, de no experimentar la autoridad y el poder de los múltiples centros, es parte de verse siempre en una relación de estar contestando esos centros de autoridad: creo que el tomar al lenguaje por el cuerpo tiene que ver con una postura, en mi caso, necesariamente crítica de jerarquías que me empujaban y que si se hubieran salido con la suya me habrían invisibilizado como muchas más”.

Una conversación de Cheyla Samuelson e Ilana Luna a partir de los poemas leídos por la colegiada es lo que se ofreció en la conferencia “Todo tiene cuerpo y lugar: lectura de poemas de Cristina Rivera Garza”, la cual se encuentra disponible en el Canal de YouTube de la institución: elcolegionacionalmx.

 

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